Viendo este macho de dril, su presencia territorial poco amigable mantiene a raya a cualquier animal que ose aventurarse en los terrenos de su soberanía, quedándose a resguardo en una distancia prudente. Es curiosa la sensación que transmite subjetivamente, cuando se observa a sí mismo el anverso y reverso de su mano, de una forma en apariencia racional, quizá cuestionándo su existencia hacia sus adentros.
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