Sin mí nunca sobrevivirías en este desierto, trátame bien y llegaremos al fin del mundo... Emilio, resignado y cansado de rodar como una noria monótona y llena de turistas pesados, tuvo que soportar mi peso y el de una compañera durante 25 minutos. La coevolución y supervivencia de su especie se ve ahora reducida a los pequeños paseos turísticos donde los nuevos tuáregs del desierto somos nosotros. Por un lado te da penita por otro piensas que quizá sea necesario que realice este trabajo para que no acabe como carne o sacrificado. Cada uno de vosotros tendréis vuestra opinión.
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