viernes, 25 de marzo de 2011

El superviviente

Ando desnudo, solo y desamparado por estos parajes de naturaleza difícil, fría y fuerte. Me siento muy débil ante tanta exigencia energética por la vida. Pero no parar me mantiene alimentado, a salvo, caliente. No podemos quedarnos quietos. Para sobrevivir, la vida nos pide energía para mantener nuestros engranajes en funcionamiento.

Territorios

No nos damos cuenta por nuestro territorialismo intrínseco en nuestra vida y nuestra especie que, lo único que nos pertenece es nuestro cuerpo, el cual un día de estos tendremos que devolver, como un envase de cerveza de cristal retornable.

Luchamos toda nuestra vida por las cosas y los territorios para y por nuestro bienestar y descendencia, pero al igual que todos los límites, ¿sabemos hasta donde debemos llegar?

Conocer el límite de nuestro cuerpo en un esfuerzo físico puede permitir no causarnos una lesión, conocer qué bienes pueden ser suficientes para nosotros es conocer los límites de la felicidad y la pesadilla.

Refranero español en mano, muy sabio, puede empezar como:

"Quien mucho abarca, poco aprieta".
"No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita".

Sant Vicenç de Rus


Qué tendrían estos templos cristianos que eran capaces de mover montañas y construir naciones. Muchas veces admiro la capacidad que tiene el fanatismo para unir las fuerzas de la sociedad para hacer grandes cosas como este templo que comunicaba el cielo con la tierra. Quizá las sociedades laicas actuales tienen ausencia muchas veces de este concepto social que hoy en día se va mitigando con la solidaridad de la especie humana con sus semejantes, la naturaleza y la vida de Gaia.